sábado, 20 abril 2024

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25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco

El 60% de jóvenes no sabe quién es Miguel Ángel Blanco

Al juez de la Audiencia Nacional Miguel García Castellón el caso de Miguel Ángel Blanco le ha acompañado toda la vida. “De una forma no buscada pero sí encontrada en el camino”. Hace 25 años estaba de guardia en la Audiencia Nacional aquel 10 de Julio cuando ETA comunicó el secuestro del joven concejal del Partido Popular de Ermua dando por primera vez un ultimátum de 48 horas para cumplir una exigencia innegociable: acercar todos sus presos a cárceles del País Vasco.

Nueve años después en su condición de magistrado enlace en Francia participó en la entrega del exdirigente de ETA Javier García Gaztelu e Irantzu Gallastegi a España para ser juzgados por el atroz crimen. Ahora, 25 años después, es quien instruye la reapertura del caso a raíz de varias querellas interpuestas que buscan sentar en el banquillo a los autores intelectuales.

“El crimen el asesinato de Miguel Ángel Blanco no se ha cerrado. Está resuelto en una parte y no en otra. Lo que estamos investigando, que no puedo desvelar, por supuesto, pero en definitiva es el cierre completo de todos aquellos, no solamente autores materiales sino intelectuales que participaron de ese crimen. Eso es lo que hay que cerrar”.

Este mismo viernes, García Castellón ha acordado citar como investigados a tres exjefes de ETA que formaron parte del Comité Ejecutivo de la banda terrorista por su presunta responsabilidad en el secuestro y asesinato del concejal. El magistrado dirige el procedimiento, iniciado a raíz de una querella de la Asociación Dignidad y Justicia, contra Miguel Albisu Iriarte, Mikel Antza, María Soledad Iparraguire, Anboto, y José Javier Arizcuren Ruiz, Kantauri, por delitos de secuestro terrorista y asesinato terrorista.

Ermua, el escenario de un asesinato que marcó a España

En Lasarte, Gipuzkoa, en un camino rural bajo un puente en las afueras, nada recuerda a lo vivido hace 25 años. Hoy, como entonces, es una zona boscosa, apartada, tranquila con el único sonido de un riachuelo. Ese paraje fue el elegido por ETA para abandonar moribundo a Miguel Ángel Blanco tras pegarle dos tiros en la cabeza en aquella calurosa tarde del 12 de julio de 1997. “Paramos el coche en una entrada a una pista de vigilancia. Al poco de estar parados nos avisan de que un hombre se ha encontrado con alguien allí, nos indica muy bien el sitio. ETA lo había ejecutado junto a la pista. Vemos cómo va vestido. Lo identifico y doy el aviso de que es Miguel Ángel Blanco”. El agente de la Ertzaintza que vio al joven concejal malherido no olvida esa imagen: “En ese momento te das cuenta lo poco que vale la vida para alguna persona… es ver ahí mismo el resultado de la maldad humana”.

El doctor Francisco Urra dejó hace tres años el hospital donostiarra en el que desarrolló su carrera. Sin quererlo, se convirtió en un experto en heridas de bala en el cráneo a fuerza de atender a numerosas víctimas a las que los pistoleros de ETA asesinaban con su característico “tiro en la nuca”. Pero Miguel Ángel no fue una más. ¨El tiempo pasaba muy lento. El hospital estaba lleno de gente: políticos, familia. Fuera había un plató de televisión…. pero yo solo recuerdo a la madre y al padre. La madre estaba muy inquieta y le pregunté: ¿quieres ver a tu hijo? Entonces se calmó. Ella solo quería verlo, tocarlo. Ya es un lloro… un lloro distinto”. Urra certificaba la muerte de Miguel la madrugada del día 13.

Miguel Ángel, un blanco fácil

“Nunca pensé que mi hermano podía correr peligro pero es que él tampoco lo pensaba. Sí que es cierto que era un tema que hablábamos en casa, sobre todo mi madre. Le decía: tú que no tienes problemas para cambiar de horario pues intenta modificar: un día vas en coche, otro en tranvía, otro entra más tarde… Y mi hermano le decía: pero ama, si Ermua no lo conoce nadie y yo soy un mero concejal de pueblo ¡No soy nadie!”. Mari Mar Blanco estudiaba en Inglaterra cuando recibió la noticia del secuestro de su hermano, inmediatamente regresó a casa. Recuerda a su hermano como un joven apasionado, con una vida sencilla y de rutinas: “las mismas que le llevaron a coger el tranvía que le llevó a la muerte”.

Ese tren es el que une Ermua -lugar de residencia- con Eibar, donde se encuentra la asesoría en la que Miguel Ángel Blanco trabajaba en prácticas “aunque próximamente se iba a encargar de recursos humanos, de hacer las entrevistas de personal para la asesoría”. Lo recuerda un compañero, hoy uno de los directores de la empresa.

La oficina apenas ha sufrido cambios: es amplia y modesta. El despacho que compartía Miguel Ángel con un compañero hoy tiene una única mesa. Una fotografía en blanco y negro enmarcada recuerda una escena de aquellos días: sus compañeros en el balcón reclamando su regreso. “Estuvimos toda la tarde y parte de la noche pensando qué hacer para apoyar. Aquí hicimos un cartelito y lo fotocopiamos y estuvimos por la noche encartelando Hernani”. Ese primer cartel “Miguel Te Esperamos” se conserva aún en la oficina, conscientes de que fue el primero de millones que inundarían todo un país.

El espíritu de Ermua: una movilización sin precedentes contra ETA

“Desde el principio algunos creímos que la actitud con la que teníamos que trabajar estas circunstancias horrorosas era de un poco de pelea. A nosotros no nos iban a callar, creíamos que debíamos movilizarnos como herramienta para defender la vida de Miguel Ángel”. El entonces alcalde de Ermua Carlos Totorika lideró una movilización vecinal que acabaría contagiando a todo un país. Las horas pasaron lentas, sentadas de día, cierre de empresas, colegios, comercios, vigilias de noche… Ermua prendió una mecha que se extendería por toda España y que tendría su culminación el día 12. Horas antes de vencer el macabro plazo dado por los terroristas, España paró. Los españoles se echaron a la calle suplicando a ETA que no cumpliera su amenaza.

Bilbao registró la mayor manifestación de la historia en contra del terrorismo. “Cuando regresé a casa le dije a mi madre: ‘esta tarde Miguel entrará por la puerta’. Estaba convencida de que lo íbamos a lograr”. Así lo recuerda Mari Mar Blanco, pero los terroristas desoyeron el clamor de dentro y fuera del País Vasco, incluso la petición hasta de su propio mundo. Una de las voces más críticas fue la de Patxi Zabaleta. El entonces parlamentario de Herri Batasuna en Navarra no olvida la crispación personal y social que se vivió en esas 48 horas. Él encabezó la petición a ETA de que dejaran en libertad al joven concejal. Él tampoco tuvo éxito.

Cuando Carlos Totorika anunció el asesinato desde el balcón del ayuntamiento a la gente allí congregada “sintió un rumor, como una ola de rabia” que le preocupó. No obstante, ese dolor y rabia se trasladó a las calles y en especial a las sedes sociales y políticas de la izquierda abertzale. Josu Bujanda y Alfonso Goikoetxea, hoy al frente de la Ertzaintza, ya eran mandos por aquel entonces. 25 años después pasean por la parte vieja de Donostia, algo impensable en 1997 y muchos años después.

Allí recuerdan: “Miguel Ángel Blanco fue un hito para la Ertzaintza. Se dio la vuelta a la situación. La de proteger a quienes se manifestaban. Tuvimos que garantizar la seguridad de los ciudadanos de la izquierda abertzale”. Las emociones contenidas durante dos días estallaron y contagiaron a los propios agentes que custodiaban las sedes abertzales. Entonces se vivió una “imagen histórica con la retirada de la capucha que ocultaba el rostro a los agentes en el País Vasco”. Fue el primer paso de otros que vendrían para normalizar nuestra presencia”, rememoran.

El espíritu creado durante esos días se trasladaría nueve años después al juicio del comando responsable del crimen. Miguel Ángel Carvallo, Fiscal de la Audiencia Nacional, recuerda un acompañamiento en la sala de vistas como no lo ha sentido nunca más: “En ese juicio yo sentí un acompañamiento de la víctima de Miguel Ángel Blanco, esa imagen de esa chaqueta salmón, parecía que estaba detrás de mí. Reconozco que me deje llevar un poco por lo que consideraba que tenía que ser, no sólo el fiscal, sino también el ciudadano español que podía decirles públicamente que esa careta que se estaban poniendo pues no era cierta y no eran valientes, si no unos cobardes”.

La Audiencia Nacional condenó en 2006 a cincuenta años de cárcel al ex dirigente etarra Francisco Javier García Gaztelu, ‘Txapote’, y a su compañera sentimental y miembro de ETA, Irantzu Gallastegui Sodupe, ‘Amaia’, como autores materiales. Ambos condenados permanecen en prisión.

El 60% de los jóvenes desconoce quién fue Miguel Ángel Blanco

La figura de Miguel Ángel Blanco ocupa hoy un lugar destacado en el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria. Hoy lo visitan alumnos de la ESO y Bachiller del Instituto Reyes Católicos de Zaragoza. Raúl López Romo, historiador del Memorial, se dirige a ellos: “Hay un hito clave en la respuesta social al terrorismo y es el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco que no sé si habéis oído hablar de este caso. ¿Conocéis el caso de Miguel Ángel Blanco?” Un aislado gesto afirmativo contrasta con el silencio de la mayoría de los jóvenes. Un 60% desconoce lo ocurrido en Ermua aquel julio de 1997. 25 años después aún queda pendiente la asignatura de la memoria.

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