“La creación abierta y sus enemigos: Asger Jorn en situación”, es el título de esta amplia muestra en la que podemos recorrer, a través de cinco salas, la carrera artística, la actividad editorial y las incursiones en el activismo político de este pintor de origen danés, que transitó por el expresionismo, la abstracción, el surrealismo y el arte pop.
“Aunque han pasado cincuenta años de su muerte, yo creo que sigue siendo un artista totalmente contemporáneo”, señala Ellef Prestsaeter, profesor de la Universidad de Oslo y comisario de la exposición.
“Creo que muchos artistas jóvenes comprenden su insistencia en que el arte no puede estar separado de la vida, que están íntimamente conectados, a nivel biológico, físico y político”.
La vida de Asger Jorn es tan turbulenta como el propio siglo XX. Con apenas veinte años llega a París y conecta con los movimientos de vanguardia y el Surrealismo. La Guerra Civil Española le aporta un punto de vista radical tanto artística como políticamente. Durante la Segunda Guerra Mundial forma parte de la Resistencia en contra de la ocupación nazi en Dinamarca.
“Él nunca abandonó la idea de una estrecha alianza entre el radicalismo artístico y los movimientos políticos y eso fue una importante motivación para su pertenencia al Grupo Cobra y a la Internacional Situacionista, entre los años 1948 y 1957”, nos comenta el profesor Prestsaeter.
“La obra de Asger Jorn está profundamente afectada por los sucesos históricos de su tiempo”, subraya Nuria Enguita, directora del IVAM. “Su práctica artística es hoy un ejemplo imprescindible. Supone una apertura de la mirada hacia un conocimiento profundo y crítico del presente”.
La muestra la componen más de doscientas obras, entre pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, escritos y producciones editoriales. Dentro de esta obra poliédrica, casi imposible de catalogar, destaca sobre todo su pintura colorista, enrevesada, febril a veces, profundamente expresionista, que hizo que en su momento le comparasen con el pintor norteamericano Jackson Pollock.
El 15 de enero de 1964, Jorn envía un telegrama a Harry F. Guggenheim, rechazando airadamente el premio que le había concedido el famoso mecenas y coleccionista en estos términos: “Váyase al infierno con su dinero bastardo”.
“Jorn estaba más interesado en el arte que en el mercado”, incide el profesor Prestsaeter. “Estaba en contra de los que tenían una visión restrictiva del arte, que para él era un fenómeno social”.
Por esa época rompe con sus amigos situacionistas, un movimiento político que tuvo gran influencia en los sucesos de Mayo del 68, y funda el Instituto Escandinavo de Vandalismo Comparado. En la última de las cinco salas de la exposición, contrastando con lo llamativo y a veces estridente de sus pinturas, se puede contemplar parte de su labor arqueológica y su austera catalogación de grafitis de la era vikinga recogidos en las Iglesias de Normandía. Jorn reivindicaba el legado de los bárbaros del Norte, y abogaba por un arte y una cultura popular, frente a la visión hegemónica del racionalismo y la cultura europea.
En cuanto a su labor como editor, “no puede pasarse por alto”, según Prestsaeter.” Durante toda su vida publicó libros, revistas, trabajos fotográficos y lo hizo de forma simultánea con su trabajo de teorización, intervención y creación de nuevas formas visuales”.
En cierto modo, todo el siglo XX, problemático y febril, turbio y apasionado está condensado en las pinturas de Asger Jorn. Se pueden ver en el IVAM hasta el 18 de junio.