En enero del 2014 los vecinos del barrio de Gamonal de Burgos iniciaron una serie de movilizaciones contra la construcción de un bulevar y parking subterráneo sobre la calle Vitoria, uno de los viales de comunicación más importantes de la capital burgalesa.
La falta de diálogo entre el que era alcalde, Javier Lacalle, y los ciudadanos llevaron a una tensa situación en la que no faltaron disturbios y cargas policiales. La tenacidad vecinal ante lo que consideraban unas obras “innecesarias” y “millonarias” logró la paralización del proyecto con las excavadoras sobre el asfalto. No faltaron disturbios y cargas policiales que convirtieron a la capital del Cid en una suerte de Fuenteovejuna valiente, decidida e implacable.
Y ese es el destino al que está abocada la protesta de los residentes de Rafalafena contra la reforma de la avenida de Lidón en una disidencia muy similar a la sucedida en Burgos: Un capricho del alcalde/alcaldesa, escasez de reflexión y consenso, residentes de la zona con sentimientos de indignación, impotencia y desconfianza en los tan manidos canales de participación popular y democrática ante una política de hechos consumados. Unos vecinos que están ya en la calle incordiando, paralizando los trabajos en unas acciones que se prolongarán en los próximos días, y alentados y apoyados desde las redes sociales, convertidas en unas nuevas alternativas de protesta y denuncia social.
Cuando parecía que el movimiento vecinal estaba agonizando, los de Rafalafena, -que tanto consiguieron en los años 80 y 90 del pasado siglo-, vuelven por sus fueros y rescatan el espíritu de las reivindicaciones frente a los despropósitos y abusos de los poderes públicos. Castellón busca su Gamonal.