viernes, 19 abril 2024

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Castelló, una Navidad propia por descubrir

Vicente Cornelles analiza nuestras tradiciones navideñas

Si esta ciudad fuera (fuéramos) de otra manera, nuestras tradiciones y costumbres serían conocidas en todo el orbe. Ya no solo hablo de festividades y rituales que se desarrollan a lo largo del año, sino las específicamente navideñas que, en Castellón adquieren naturaleza propia desde la noche de los tiempos.

El pasado sábado el Betlem de la Pigà, ese ‘joguet còmic nadalenc’ volvió a representarse en el Teatro Principal. Sin embargo, y como todos los años su repercusión no va más allá de la ‘creu de terme’ de Lledó o Fadrell, y si me apuras hasta Tràsnsits. Pero, bueno el ‘meninfotisme’ y la particular y estrecha visión de las cosas de un Castelló arcaico no nos deja ver el bosque de la promoción y el exportar nuestras bondades en el campo navideño.

No me vale que el argumento de esta representación castiza en clave Castellón no sea entendida si no eres de la ‘soca’. El Misteri d’Elx, un drama sacro religioso barroco cuya comprensión está limitada a iniciados es Patrimonio de la Humanidad.

Lo mismo ocurre con una rica y variada gastronomía de estos días de Pascua con el plato rey de la ‘paella amb pilotes’ y sobre todo, esas bolas de carne picada, albóndigas castelloneras, trufadas de manteca de cerdo, miga de pan y sangre de pollo fresca (lo mes castellonero del món), que son saboreadas en la mayoría de los hogares, pero sin una proyección que las conviertan en tesoro gastronómico y ya no digo un bien colectivo a conservar y proteger.

Ya no solo revistas especializadas del buen comer tendrían que hacerse eco de un manjar que despierta pasiones, sino también los grandilocuentes programas televisivos y foros que hacen de la gastronomía un arte. Y que me dicen de los ‘pastissets de boniato” (moniato), ese pastel en forma de empanadilla rellena de confitura de invernal boniato, cien por cien Castellón, y que evoca las largas tardes prenavideñas en casa mientras abuelas, madres y hermanas elaboraban artesanalmente esta delicia con un dulce aroma emanado del horno mientras se cocían.

A estas alturas del tiempo y de los años, esta joya artesana tendría que convertirse en una referencia incuestionable a la hora de hablar de lo indispensable en las mesas de Navidad como mínimo en España, como son los turrones, los ‘panetones’ italianos (que también se pueden adquirir en supermercados) o los troncos navideños.

Por supuesto, como motor económico de las panaderías y pastelerías de la ciudad, donde tendrían que haber colas inmensas de muchos turistas y visitantes para comprar algo muy nuestro.

Y papel importante tienen las instituciones para impulsar y apoyar manifestaciones que forman parte de nuestro acervo popular, pero además darles una carta de naturaleza de privilegio y promoción allende nuestras fronteras pairales y que Castellón suene con protagonismo y personalidad propia en Navidad. La específica de la ciudad turquesa y naranja.

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