viernes, 26 abril 2024

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Els bous de Lledó

La opinión del periodista y escritor castellonense sobre el cambio de ubicación de la emblemática escultura

En una ciudad que no se quiere y que no la quieren, cutre, miserable y entre el silencio de los corderos, con una larga historia de expolio de sus señas de identidad por motivos políticos, ideológicos y económicos, la decisión de trasladar la ubicación del conjunto escultórico de Perot de Granyana y sus bueyes, que evocan la Santa Troballa de la Mare de Deú del Lledó, obra del que fuera primer premio nacional de Escultura de 1922, por mor de la flagrante remodelación de la avenida de Lidón, es una nueva atrocidad que atenta a las bases y esencias del Castellón castizo y una nueva falta de sensibilidad de los gerifaltes municipales más pendientes de toneladas de asfalto que del bienestar del ciudadano.

A ningún alcalde con sentido común y de amor a su urbe, se le ocurriría trasladar de emplazamiento el Torico, de Teruel; el Colón en las Ramblas de Barcelona; la puerta de Alcalá, en Madrid o los arcángeles San Rafael en Córdoba. Pero, aquí, sí, claro, con el atávico ‘meninfotisme’ de los castellonenses abducidos en su veraneo de apartamento en Benicàssim.

Para más humillación, ‘els bous de Lledó’ los van a colocar agazapados en el Auditori, como si se tuviera de vergüenza de seguir exponiendo una de las piezas artísticas de mayor valor en la capital de La Plana.

Como están de moda las teorías conspiratorias ya se habla de que el reconocido anticlericalismo del equipo municipal de gobierno les lleva a “huir del catolicismo”, como dice un amigo mío, y esconder el monumento por su claro simbolismo religioso (así pasó con la Cruz de Ribalta).

Un tripartito (PSOE/Compromís/Podemos) que parece obsesionado con un aforismo popular que corría entre el pueblo a principios del siglo XX:

“Castellón de la Plana

que tienes dentro

entre curas y monjas

un regimiento”.

Si la ‘antiga vila de Castelló’ del siglo XXI ha de ser fruto del error y de la fealdad, como ha sido durante tanto tiempo, no habrá despertar y estaremos abocados al fracaso como castellonenses (si no lo estamos ya).

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