Vivimos en un tiempo en el que populismos, nacionalismos y otros ismos ya históricos parecen re-emerger en el seno de la Unión Europea. Y España no se salva. Europa deberá afrontar este escenario de forma decidida y firme desde la misma base de su creación, que no es otra que la unidad territorial, económica y social dirigida al bienestar de los países y gentes que conforman la Unión, un proyecto que hoy en día alcanza a 28 países y a más de 500 millones de personas.
En un tiempo en el que la globalización, la unión comercial, social y económica entre países es lo normal y deseable, no debemos dejar de afrontar el grave riesgo de estos viejos ismos de nuevo emergentes, que nos pueden llevar a un peligroso escenario, el de la ruptura de relaciones estables entre países, el del abandono de la solidez propia que proporciona la unidad y trabajo conjunto de los mismos o el de la pérdida de los valores y principios que inspiraron a los fundadores de la Unión. Estoy segura de que nadie que quiera lo mejor para su país y sus ciudadanos desee dejarse arrastrar por las negativas consecuencias de estos movimientos, en un momento histórico en el que debemos consolidar el estado de bienestar que entre todos hemos conseguido.
El nacionalismo está basado en la querencia de que lo mejor es instaurar nuevas fronteras y resaltar diferencias, lo cual opino es algo retrógrado, del pasado. La sociedad actual, por el contrario, tiende y debe ir hacia la puesta en común de lo igual o similar y hacia el entendimiento sereno y pacífico de las diferentes costumbres o culturas.
Por ello no logro entender cómo parte de una sociedad moderna y emprendedora como la catalana no puede ver que la unión de pueblos hermanos es la mejor fórmula para conseguir el mejor futuro y afrontar nuevos retos. Porque levantar fronteras es anacrónico y sólo lleva al aislamiento y la recesión. En el PP lo tenemos claro, la indisoluble unidad de la nación española y la soberanía nacional son irrenunciables, porque así lo dice la Constitución que entre todos nos dimos y de ello depende nuestro mejor futuro, el de todas las Comunidades Autónomas españolas.
Hoy en día, cuando la unidad de España está gravemente amenazada, más que nunca debemos tener en cuenta que nuestra Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, pero también hay que recordar que nuestra Carta Magna reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. Por lo tanto, la norma suprema del ordenamiento jurídico español, ya refleja la rica pluralidad de nuestra nación y nos da una solución para la convivencia.
Por esto, porque la riqueza de nuestra sociedad está en la convivencia de diferentes culturas, lenguas y territorios, que es lo que hace grande nuestro país, es por el que debemos ser más firmes que nunca frente al separatismo, con el que algunos buscan contagiar al conjunto de la sociedad catalana y española, un movimiento que podría acabar perjudicando el futuro, el desarrollo y el crecimiento económico de Cataluña y España, y es que como me agrada decir, la unión hace la fuerza (veamos como ejemplo la Unión Europea o los Estados Unidos de América), siendo que la unidad es sinónimo de estabilidad, y esta fortaleza será imposible de conseguir enfrentando a la sociedad y desfragmentado España.
Mi cariño a todo el pueblo hermano de Cataluña. Sin Cataluña España no sería la misma España, y fuera de España, Cataluña no sería la misma Cataluña. Sigamos unidos, y sigamos construyendo juntos el mejor futuro para afrontar los retos y oportunidades que vayan surgiendo en una civilización cada vez más globalizada.
*Salomé Pradas és senadora i regidora del PP en Castelló de la Plana
