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viernes, 26 abril 2024

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La muerte por eutanasia de María

Murió sin dolor la semana pasada en un hospital de València

María tenía 68 años cuando la semana pasada murió sin dolor en un hospital de València, rodeada de su familia y antes de dar sus órganos para ayudar a otras personas enfermas. Culminaba así un complejo proceso para morir por eutanasia, el recurso sanitario y legal al cual se aferró para dejar de sufrir.

Una muerte dulce o como los griegos definían la manera de morir dignamente sin dolor. Gracias a la Agencia EFE podemos conocer cómo han sido las últimas semanas de vida de María.

Una historia que sin duda nos pone los pelos de punta, pero, ¿qué haríamos nosotros en la situación de María? Una mujer que se negó a ser dependiente total de su familia y sus cuidadoras, que se intentó suicidar antes de que se le reconociera el derecho a la eutanasia y que con su testimonio quiso “ayudar a otras personas” que se encuentran en su situación.

María había sufrido varias caídas y algún problema en el habla cuando estuvo en el hospital Clínico de València a finales de 2020; al principio los médicos no le dieron mayor importancia, puesto que a sus 67 años, y después del periodo de inactividad a causa de la cuarentena por la pandemia, estimaron razonable que pudiera haber perdido demasiado muscular. Pero los síntomas se agraviaron: en pocos meses, María necesitó una silla de ruedas para moverse y tuvo serios problemas en el habla.

“Despacio voy perdiendo el control de todo, del habla, de escribir, de las piernas, todo. Supongo que llegará un momento en el cual no podré hablar, ni escribir nada y seré dependiente total”, comentaba María en su casa del barrio valenciano de la Malvarrosa.

En septiembre de 2021, después de un año de pruebas y un tratamiento infructuoso contra el parkinson, le diagnosticaron una atrofia multisistémica, una enfermedad neurodegenerativa sin cura.

Este mismo día, junto a su hija Noelia y sin abandonar la consulta, María solicitó la ayuda por dependencia y la eutanasia.

“Yo le pregunté (al médico): ¿Puedo pedir la eutanasia?”, recordaba María. Ella conocía esta realidad de su época en Holanda, un país donde este derecho “era lo más normal del mundo”, indica José, su marido, quien comparte la decisión tomada por su esposa: “Si estuviera en su situación la pediría sin duda”, asegura.

Noelia explica que el médico los dijo que “esto no era tan fácil” y que “la eutanasia activa no estaba regulada en España”. “Yo le dije que ya se había aprobado la ley y que dejara por escrito que mi madre solicitaba la eutanasia”.

Al cabo de un mes su madre intentó suicidarse. “Pensé que era más rápido así. Acabo ahora que puedo escribir un poco, valerme por mí misma un poco”, señalaba María.

María recordaba entre lágrimas este momento. “Estuve esperando que mi hermana viniera de Cádiz para que él (su marido) no estuviera solo, porque tiene deterioro cognitivo. Le dejé una carta escrita a mi hija en la cual le decía lo que iba a hacer”. Pero José la encontró todavía con vida y telefoneó a una ambulancia.

Mientras estuvo en el hospital, varios médicos que conocían el caso se pusieron en contacto con Noelia para ayudarla a cumplir la voluntad de su madre, aconsejándole que empezara el proceso formal a través de un médico, algo que hicieron a través de su psiquiatra.

El final de su vida

“Desde que se inicia el procedimiento de la solicitud de la ayuda para morir hasta que se hace efectiva la eutanasia, siguiendo con los plazos que la ley marca, el proceso oscila entre un mes y unos 50 días, aproximadamente”, según fuentes del hospital Clínico, donde se ha tramitado el proceso.

Cada paciente puede elegir si quiere pasar sus últimos momentos de vida a casa o en el hospital. En el caso de María, al tratarse de una donante de órganos, la única opción pasaba para ingresar en una habitación situada al final del pasillo, frente a otra sin pacientes.

La gerencia del hospital ha tratado que María pasara este momento con sus familiares en la intimidad más grande posible. “Era lo más parecido a estar en casa”, recuerda Noelia, quien asegura que la atención recibida por el personal sanitario “ha estado maravillosa, lo hicieron muy fácil” todos los médicos y enfermeros que han participado en el proceso.

El último día de María rodeaban su cama del hospital sus familiares más próximos: su marido, José; sus hermanos Celsa y Eliseo; su yerno, David; el limpio, Eneko, su sobrina “Ita”, su cuñada Pili y su hija, Noelia.

Es esta última la que recuerda a todos que su madre les tiene prohibido llorar: “¿Verdad, mamá, que tenemos prohibido llorar ante ti? Dice que le hace la situación más difícil. A Eneko sí, era el único al cual dejamos llorar”.

“Y yo, yo también quiero llorar”, apunta José, aferrado a la mano de María momentos antes de que la seden y la trasladen a quirófano para suministrarle el fármaco que cumplirá su voluntad y proceder a la donación de órganos.

“El trasplante puede ayudar a otras personas que lo necesitan” fue precisamente una de las últimas frases de María, quien semanas antes, al ser preguntada qué suponía para ella cumplir su voluntad, había respondido: “Una liberación”.

Hace unos días María cumplió su deseo. “Nos dijeron que mi madre ha salvado la vida a cuatro personas”, cuenta orgullosa Noelia.

La eutanasia en España

La ley de Eutanasia se aprobó en el Congreso de los Diputados el 18 de marzo de 2021 con 202 votos a favor, 142 en contra y dos abstenciones, con el fin de garantizar “el derecho de toda persona que cumpla los requisitos previstos en esta Ley a solicitar y recibir la prestación de ayuda para morir”, tal como viene recogido en el BOE del 25 de marzo.

Para poder solicitarla, el paciente tiene que sufrir una “enfermedad grave e incurable” o sufrir un “sufrimiento grave, crónico e imposibilitante”.

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