viernes, 19 abril 2024

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Los relatos perdidos

L'opinió d'Enric Nomdedéu, Secretari autonòmic d'Ocupació i director general de LABORA - Servei Valencià d'Ocupació i Formació

La política me ha enseñado muchas cosas, y entre ellas, que la precipitación a la hora de juzgar los hechos políticos, es un pasaporte al error. Hay mil ejemplos, alguno de muy egregio. Al ahijado del dictador nos lo llevan vendiendo durante décadas como el padre de la democracia, el hombre sensato que paró el golpe de estado, el hombre abnegado que tuvo que dejar a su padre sin trabajo por el bien del país que querían recibir por herencia espermatocítica.

Ahora, sin embargo, sabemos que estafaba hacienda, se gastaba la pasta que recibía ilegalmente de las comisiones para representar empresas españolas a licitaciones internacionales (y parece que también por tráfico de armas a países en conflicto), al matar elefantes, o al pasear sus numerosas amistades, a quienes despedía con cantidades indecentes de dinero que había conseguido irregularmente. Y algún día, espero, sabremos cuál fue su verdadero papel en el golpe de estado.

No tengo pruebas, pero tampoco cabe duda, que fue instigador, cuando menos de uno de los dos o tres movimientos coincidentes en el intento (que salió bien) de limitar la democracia. Y si no lo sabemos es porque quienes no lo quieren investigar, están tan ‘pringados’ como el monarca fugitivo.

No es, sin embargo, ni mucho menos, el único caso el del nieto de rey, padre de rey, pero que no fue hijo de rey porque le levantó el derecho al trono a su progenitor. Estos días todo el mundo habla de la salida de Ábalos del gobierno.

Unos lo ven como decisión propia, los otros como acuerdo, unos terceros como despedida sin previo aviso. La actitud de él parece alimentar la tercera opción… Pero no caeré en el error que denuncia la tesis de este artículo, la precipitación. Veremos en días o meses si ha marchado, lo han marchado, o ha tenido que marchar antes de que se lo pida la fiscalía. Que ya hemos visto de todos los colores.

El peor de estos procesos, tal como yo lo veo, tampoco es que los medios dan versiones y más versiones, tienen que llenar hojas y minutos, que la gente tenemos una gran voracidad informativa… Aunque todo ese proceso conduce en realidad a la desinformación permanente.

A mí lo que me parece más lamentable y triste, no son las críticas adversarias que finalmente quedan sin cimiento, sino todo el contrario. Los panegíricos con vocación de dar lecciones de ética y de moral poniendo por las nubes a los líderes caídos.

Pienso en el inútil funcional de Ribera, un líder construido a base de la desmesurada ambición de un joven intelectualmente insolvente, alimentado por millones del IBEX35. Campeón mundial de hacer el ridículo, y que ahora mira con distancia la criatura que alimentó y dejó herida de muerte. Pero pienso también en el caso contrario. El líder con excelente formación académica que construyó una formación potentísima en contra de todos los poderes del país. O de casi todos. Y que ha acabado saliendo por la puerta de atrás.

Corrieron ríos de tinta, diciendo que Iglesias era un tipo de héroe contemporáneo que había dado repetidas muestras de carencia de ambición personal y capacidad de sacrificio por el bien general. Que lo había demostrado ofreciendo su cabeza para poder formar gobierno, si es que él era el problema.

Y sobre todo en su último movimiento, en el que renunciaba a la vicepresidencia del gobierno, para ir a perder unas elecciones en nombre de un partido, el suyo, al que solo podía ayudar a maquillar el resultado.

Él mismo dijo que se quedaría a la asamblea de Madrid, y el hecho cierto es que no llegó ni a verla por dentro. Asumió entonces el sacrificio supremo de renunciar a la política de representación por el bien de su formación, del gobierno, del congreso, de la «asamblea», de España y de occidente.

Ahora, en cambio, nos dicen que quizás no fue del todo así. Que igual en esa ruptura matrimonial en la cual el «aliade» dejó que fuera su expareja la que se hiciera mayoritariamente cargo de la custodia de los tres hijos pequeños, tenía como condición que abandonara el gobierno, porque si bien es cierto que la política hace extraños compañeros de cama (no tanto como el matrimonio, parece que dijo Fraga), el divorcio no parece compatible con el consejo de ministros.

Vaya a saber. Ya hay quién lo sitúa viviendo con otra pareja… Todo esto no tiene mayor interés. Su vida familiar, afectiva, sexual, no es ni tiene que ser objeto de debate. Pero si es esto lo que ha pasado, toda la saga de aduladores, donadores de lecciones, repartidores de carnés de ética pública, que llenaron hojas y hojas alabando al mesías, quizás tendrían que repasar la historia de Holofernes.

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