Pese a que el precio en orígen de la aceituna destinada para industria aceitera que marca semanalmente la Conselleria de Agricultura ha subido, según reconocen desde la Unió Llauradora i Ramadera de la Comunitat Valenciana, lo que está pagando el consumidor no es únicamente achacable a una baja producción.
Los productores explican que a la ruinosa campaña de este año, que aunque se recupera algo de los catastróficos resultados del anterior, está en un 53% de la producción, se le suman unos márgenes de beneficios que los intermediarios no solo no están dispuestos a reducir sino que justifican por la escasez de producto.
Por eso, desde la Unió advierten y matizan que no se puede culpabilizar únicamente a este descenso de la producción del desorbitado precio que pagan los usuarios finales. “Si la pasada semana, el precio que marcaba la Conselleria estaba entre los 5,80 y los 7,50 euros y ahora por debajo de 10 euros es muy difícil encontrar aceite de oliva en la estantería de un supermercado porque las grandes superficies no van a ajustar los precios, eso quiere decir que se une el déficit productivo a ciertas prácticas especulativas“, advierte el secretario general de esta formación, Carlos Peris.
Por otro lado, hay que añadir que la escasez de aceite, que se arrastra de campañas anteriores tampoco favorece el freno a la escalada de precios. Por eso, aunque los precios oficiales que regula la conselleria también “son más altos de lo habitual, pero no compensan la caída productiva tan acusada que además arrastra ya campañas anteriores muy catastróficas”, recuerda Peris.
Tres factores en contra que ‘paga’ el consumidor final
Por tanto, se suman tres factores claves que terminando pagando, literalmente, el consumidor final de aceite de oliva. Una escasa producción, además con un calibre de la aceituna inferior al esperado, que afecta por tanto al rendimiento industrial del fruto al transformarse, una falta de reservas por la concatenación de malas campañas anteriores y por último unos márgenes de beneficios para los intermediarios, y en especial las grandes superficies y cadenas de distribución que imponen los precios finales, que parecen no estar dispuestas a reducir lo que les reporta la venta al por menor de este “oro líquido” que, cada vez, hace más honor a su sobrenombre.
En cuanto a las razones de la baja producción, responden de nuevo a las consecuencias de un cambio climático que trastorna el comportamiento de los pantas debido a los episodios extremos de climatología como calor sofocante y periodos altos de sequia. Unos factores que el olivar valenciano son especialmente catastróficos porque al estar en zonas de secano generan un estrés hídrico que merma producción y calibre.
“Se trata de una situación difícil de revertir, porque igual que en muchos otros cultivos la única opción es la investigación que se lleva a cabo para crear variedades más resistentes que se adapten a estos cambios, pero además de que esto es cuestión de tiempo, en el caso concreto de los olivos es peor aún, porque hablamos de árboles de muchos años y con unas características muy complejas de cambiar”, apuntan desde la Unió llauradora y Ramadera.
Cabe recordar que en la Comunitat Valenciana, en la tres provincias hay producción de aceite y olivares, ya que si en Castellón son las comarcas del Maestrat y del Palancia las más conocidas, en Valencia, las extensiones se concentran principalmente en el interior por las zonas desde la Hoya de Buñol, y por Turís y por la Ribera Alta. Del mismo modo, también en tierras alicantinas, hay notables extensiones en las comarcas de la Montaña de Alicante.
