```
viernes, 26 abril 2024

Información y noticias de la provincia de Valencia

Porqué las clases burbuja podrían no servir para nada

Manual perfecto para familias negacionistas y no concienciadas

Manuel tiene 8 años y hace meses que como todos los niños se ha acostumbrado ya al uso de la mascarilla, aunque sigue sin gustarle así que muchas veces prefiere no salir de casa antes que tener que ponérsela. Sabe que volverá al cole en un par de semanas y que las cosas serán muy distintas porque ahora ha oído que algunas clase serán “grupos burbuja”.

Su profesora de segundo en la última videoconferencia grupal tras el confinamiento les anunció que en septiembre, cuando volvieran al colé, seguramente al principio estarían con ella unas semanas para acabar de dar los conocimientos que la reclusión por la pandemia impidió impartir de manera presencial, pero parece que ahora las cosas han cambiado. Hay que evitar el contacto entre los grupos y con otros profesores, así que deberá ir directamente con el docente y con su nueva clase de tercero que les corresponda ya que cada dos años, el centro mezcla de nuevo a los alumnos, por aquello de fomentar la convivencia y la plena inclusión.

Con las mesas separadas, ya que tiene la suerte de que en su colegio el espacio de las aulas así lo permite, Manuel ya sabe que al subir las escaleras en fila deberá dejar al menos dos escalones libres entre compañeros. Sabe que cada poco tiempo se les requerirá que se vuelvan a lavar las manos, que los especialistas de lenguas y de música irán a su aula para que el alumnado no se desplace. Y sabe también que ni en el comedor, ni en el patio podrá relacionarse con su hermana, dos años mayor, ya que “podría aumentar el riesgo de contagio y interferir en su grupo burbuja”.

De hecho, este año hasta la entrada al centro será distinta y se habilitará hasta otro acceso del patio grande, normalmente cerrado para que no confluyan alumnado de diferentes cursos simultaneamente.

Con todo, sin embargo, cuando terminen las clases, probablemente vaya a recogerlo su abuela, con mascarilla, eso sí, porque no olvidemos que es población de riesgo, porque el trabajo de sus padres impide que puedan conciliar con los horarios escolares. Y en septiembre, algunos días, la abuela se los llevará, a él y a su hermana, a casa a comer, “porque el comedor escolar ya les ha advertido que este curso por las normas de distanciamiento y seguridad tiene que indicarse con antelación qué niños van a hacer uso del comedor de forma habitual ya que no se admitirán días sueltos como en otras ocasiones”.

Luego, es probable que aún bajen al parque un rato, “porque el niño en casa no puede estar mucho ya que su abuelo está delicado”, comenta la iaia. Además allí podrá jugar con los amigos del cole a los que les haya tocado en otra clase.

Es decir, que como apuntan ya muchos críticos, docentes, padres y agentes sociales, pese a todas las medidas activadas en términos de ‘bioseguridad’, pese a las inversiones realizadas en pantallas separadoras o iniciativas como el anuncio de “la creación de una comisión de seguimiento para coordinar actuaciones en el curso 2020-2021 y la puesta en marcha de un centro de atención telefónica para “dar respuesta a las inquietudes” de la comunidad educativa”, como ha anunciado hoy el mismo de President de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig, de nada podrían servir esas “clases burbuja”, ni todo el resto de acciones preventivas, si se convierten es islotes temporales de “riesgo aparente controlado”, en horario de 9 a 13 horas y el resto de los comportamientos resultan, por imposibilidad real, por incongruencia o por insensatez, antagonistas del celo con el que se pretende envolver a los menores en esta cuestionada vuelta al cole.

Últimas noticias

Contenido relacionado